Un oficio duro

Marcaba el reloj a las 06:20 minutos, de pronto, en la esquina de las calles Machala e Ibarra, al Norte de la ciudad de Loja, aparece Segundo Chamba, un hombre de contextura delgada, halando su carreta de manera apresurada. Transportaba ocho racimas de plátano verde y dos cartones con variedad de frutas. El objetivo, llevar la encomienda a los distintos puestos del mercado Gran Colombia. A esa hora, el tráfico vehicular es intenso, se necesita potenciar la capacidad física y mental para poder doblegar el estrés en el centro de abasto. Al llegar a una de las entradas al mercado, un automotor de carga pesada obstaculizó el paso, sin embargo, Segundo Antonio decidió utilizar una ruta más larga para ingresar y así entregar la encomienda al comerciante a la hora indicada. Luego se trasladó al área de frutas para dejar la siguiente mercadería.

Es responsable de su familia, lo refleja con su disciplina laboral, él mismo impone sus reglas. Vive en el sector Obrapía al Occidente de la ciudad en una modesta casa con estructura de madera. Todos los días sale de su vivienda a las 05:30 de la mañana. Ya, cerca del mercado se dirige al sitio donde guarda su carreta todas las noches. Tiene que cancelar 1 dólar diario por el alquiler del espacio. Es decir, mensualmente paga un promedio de 30 dólares, lo que implica conseguir ese dinero en esta dignificante labor. Por cada bulto que traslade en la carreta cobra un precio de 0.25 centavos.

Con toda la naturalidad y tranquilidad, Segundo Antonio, comenta que en promedio logra obtener de 6 a 7 dólares diarios. "Solo alcanza para comida, tengo que solventar los gastos para el estudio de mis dos hijas, de 6 y 12 años". Con tristeza dice estar agotado de este tipo de trabajo que lleva 25 años de mucho esfuerzo y desgaste físico. Durante el accionar se presentan ciertas dolencias en sus extremidades. Cierto día, cuando transportaba mercadería en su carreta, un automotor lo lesionó en su pierna derecha, inmediatamente fue llevado al hospital Isidro Ayora; con suerte, el causante del percance cubrió los gastos de curación.

Segundo Antonio Chamba Torres es oriundo del sector el Zapallal parroquia Maximiliano Rodríguez del cantón Celica. A los 22 años decidió radicarse en la capital provincial, previo a ello cumplió con el servicio militar ecuatoriano en la ciudad fronteriza de Macará. Hoy tiene 56 años de edad.

La actual carreta que posee la compró hace 7 años con facilidad de pago en UDS 200. La ventaja es que puede cancelar con mínimas cuotas que no afecta lo poco que gana. "Todavía estoy debiendo".

Perteneció al Sindicato de Estibadores "Simón Bolívar" de la ciudad de Loja. 100 estaban agremiados y laboraban tanto en el mercado Central como en el Gran Colombia.

No importa si llueve o se presente un inclemente sol, si la carga es pesada, o el tráfico vehicular es estresante, lo importante es movilizar la mercancía a su destino. Lo fundamental; su estado de salud y físico debe ser bueno para demostrar su fuerza. Me refiero a las personas que junto a su tradicional carreta de madera se convierten en los conductores y gladiadores del mercado Gran Colombia. Son los más buscados por los comerciantes que requieren se les traslade el bulto de alimentos de un lugar a otro.

Mientras trasladaba los mercancías en su carreta, varias personas lo saludan con el sobre nombre de Churon, algunos adjudicatarios le decían "Churon no te olvides de traer mi mercadería", "Churón te vas hacer famoso en la televisión". Segundo Antonio es muy conocido en el mercado Gran Colombia, es considerado como un hombre responsable con su trabajo, es respetado por los demás, se ha ganado la confianza de las personas, inclusive fuimos testigos de esta virtud. Un comerciante de frutas le entregó las llaves de la bodega para traer el cargamento al puesto indicado.

Para el mantenimiento de su equipo de labores requiere una libra de grasa que tiene un valor de USD 1.50 y le dura dos meses. Además, frecuentemente revisa los neumáticos para evitar inconvenientes durante su labor. Confiesa que lo más pesado son los sacos de yuca provenientes de la provincia de Zamora.